La intensa quema de pastizales en las islas frente a la ciudad se ha convertido en un clásico de determinada época del año, dependiendo de los ciclos de la actividad agropecuaria que se desarrolla en las islas entrerrianas frente a Rosario y otras localidades de la región.
Vanas han resultado todas las estrategias desplegadas para intentar impedirlas, nacionales, provinciales y municipales. Denuncias judiciales que duermen el sueño de los justos, colocación de faros de alerta temprana, geolocalización de lo campos incendiados y centenares de expedientes no han tenido hasta el momento ningún efecto.
Con el amparo de la Justicia, que mira para otro lado, las autoridades entrerrianas que dicen no contar con los medios suficientes para impedir ese tipo de actividad y con miles de bomberos que intentan sofocar permanentes y persistentes focos ígneos que se van reproduciendo a mayor velocidad de la que ellos pueden apagarlos, respirar aire puro en Rosario es demasiado complejo.
