"Muchas gracias por su atenta carta y por el afecto que allí me manifiesta en nombre de los habitantes de la Ciudad de Rosario. Le agradezco su cercanía y las oraciones que ofrece por mí y por la misión pastoral que me fue encomendada".
"En este tiempo difícil que atraviesa la humanidad, pidamos la gracia de ser instrumentos de fraternidad y de paz, protagonistas de la caridad y constructores de un mundo fraterno y solidario.
Pido para usted y para cada uno de los rosarinos, el don de la alegría y de la paz del Señor Resucitado. A todos, les envío mi bendición.
Rezo por usted; por favor, no deje de orar por mí. ¡Gracias!
Que Jesús lo bendiga y la Virgen Santa lo cuide.
Fraternalmente, Francisco".