“Renuncio porque soy fiel a mis principios, no a los cargos”, sostuvo Manes en su misiva dirigida al presidente de la UCR, Martín Lousteau, y a los correligionarios de la fuerza política. En ella expresó su decepción ante lo que describió como una pérdida de identidad orgánica y doctrinaria del partido, y lamentó que la comunidad de pensamiento y acción que alguna vez caracterizó a la UCR se haya diluido en una “confederación de posturas provinciales”.
«No tomo esta decisión con liviandad ni despecho», escribió. «La tomo con la serenidad que da el camino andado, y con la tristeza lúcida, también, de comprobar que aquello por lo que trabajamos con convicción y esperanza, una UCR con voz nacional, pensamiento orgánico e identidad común, ha ido cediendo frente a una realidad que avanza en dirección opuesta» manifestó en su escrito.
A lo largo de la carta, el dirigente defendió su pertenencia a los valores históricos del radicalismo, reivindicó figuras como Raúl Alfonsín y Ricardo Balbín, y aseguró que su decisión no significa un abandono de sus convicciones. “Seguiré donde siempre estuve: del lado de quienes creen que la política, para ser digna, debe ser pensada, discutida y decidida con todos”, concluyó.