La percepción de que el aguinaldo se transformó en una herramienta para sostener el día a día marca una diferencia con años anteriores, en los que predominaban decisiones de consumo más ligadas al ocio o a la previsión.
En este sentido, tres de cada 10 empleados optaron por destinar ese ingreso a gastos básicos, pese a que el discurso oficial insiste en destacar una mejora macroeconómica, sustentada en la desaceleración inflacionaria y el control del tipo de cambio oficial.