En una serie de publicaciones, Giacomini señaló que “lo que genera trabajo es que las empresas generen más negocios y ganen más dinero; no una reforma laboral que abarate los despidos”. En ese sentido, sostuvo que una eventual reforma debería ser “la última de las reformas”, una vez que la economía haya recuperado su nivel de crecimiento.
El economista consideró que implementar cambios en las leyes laborales en una etapa recesiva sería contraproducente: “Hacer la reforma laboral antes que nada y con el nivel de actividad en baja, es poner el carruaje delante de los caballos y solo impactará negativamente en el nivel de empleo y, por ende, en los salarios”, advirtió.
Giacomini no descartó la necesidad de una modernización del marco laboral argentino, pero subrayó que su “timing adecuado” debería ser posterior a un conjunto de reformas estructurales previas, especialmente una reducción masiva de impuestos para las pequeñas y medianas empresas (PYME) y un periodo de crecimiento sostenido.
Sus declaraciones se dan en un contexto de debate dentro del propio espacio liberal sobre el orden y la velocidad de las reformas económicas necesarias para estabilizar la economía argentina.
