Pasaron los resultados categóricos a favor del Gobierno de la fatídica noche para el peronismo que perdió por al menos 10 puntos frente a los libertarios, pero la jefa del Partido Justicialista salió al balcón, en San José 1111, donde cumple prisión domiciliaria, a saludar a sus fieles seguidores, que habían ido esperando seguro otro resultado.
El 7 de septiembre, los intendentes bonaerenses que responden a Axel Kicillof le propinaron un duro cachetazo al Gobierno, aprovechando la estrategia del gobernador de desdoblamiento, contrariando los designios de la jefa, algo que con el diario del lunes, pareció desacertada.
Kicillof se proclamaba casi como el candidato natural del peronismo, algo bastante resistido por el kirchnerismo duro. Si bien Axel tiene buena imagen, conduce la provincia de mayor caudal electoral del país, sin CFK de su lado no podrá. Y eso, puertas para adentro se festeja, La Cámpora le pasó factura, y Kicillof perdió.
Cristina, que está presa y detenida política, con causas cuestionables, de las que cualquiera que haya pasado por la función pública puede acumular, proscripta además, necesitará de Kicillof si es que alguna vez todavía sueña con no terminar sus días en su domicilio actual. Sin embargo, prefiere no hacerle fácil el camino, prefiere ponerle palos en la rueda, complicarle el futuro y hacerlo dependiente de su consentimiento.
Cristina podía salir a saludar, correspondía, era leal a los seguidores que se habían acercado hasta ella. Lo que no tenía que hacer era bailar, eso es un gesto de festejo, que en medio de semejante derrota, no corresponde, al menos que no le duela, y su orgullo pueda más. Quizás prefiera hacer prevalecer su opinión a su propia libertad, proscripción y ostracismo.
Nadie podrá negar la capacidad intelectual y política de Cristina Kirchner, como tampoco su ego enorme, su terquedad recurrente, su poco afecto a la crítica interna a un dedo que no siempre tuvo decisiones acertadas, Alberto Fernández es sin dudas la mayor muestra que aún los buenos a veces se equivocan.
