El triste papel de la flamante comisión directiva de Rosario Central en estos últimos días, es objeto de burla en las redes sociales tras la derrota ante Huracán anoche por la Copa Argentina. La semana pasada hicieron notas adelantando los refuerzos que vendrían a Central para disputar la Copa Libertadores y ayer, el presidente programaba una fiesta que nunca se realizará.
Sin observar el más mínimo respeto por el rival a enfrentar, sobrando la situación, dando por sentada una victoria que no sucedió y la obtención de un campeonato que se perdió, los "dirigentes" fantaseaban con todo lo bueno que sucedería inexorablemente en su acotada visión del fútbol, pero eso no fue lo peor.
Tras la derrota, le sacaron el cuerpo al técnico y al plantel, diciendo que ellos no fueron los responsables de la derrota, que su "gestión" comenzará recién en enero, y que no merecen las puteadas con que buena de los simpatizantes les prodigaron en San Juan.
En el fútbol se puede ganar y perder, es parte del juego, lo que no puede hacerse nunca es subestimar al rival, ni contar los logros antes de tenerlos en el bolsillo. El Central de Pizzi que hizo 69 puntos, tenía que sacar un punto de doce, jugó contra los dos últimos y los dos equipos que descendieron, y finalmente no logró el objetivo, pero parece que en Arroyito, no aprendieron todavía el refrán que dice que "el que se quema con leche cuando ve una vaca llora".
Los inexpertos dirigentes deben hacerse cargo de la derrota. Son parte de ella, aunque no hayan elegido al plantel ni al cuerpo técnico. Son los representantes de la institución, en las buenas y en las malas, o deberían serlo. Si se ganaba la Copa, seguro se hubieran golpeado el pecho por estar al frente del logro obtenido, en la derrota, también tienen que asumir responsabilidades.
Es de personas de espíritu pobre, borrarse y pretender dejar su imagen intacta ante la debacle futbolística. Con sus irresponsables actitudes adolescentes lograron avergonzar a los simpatizantes auriazules que no solo deben soportar el dolor de la derrota, sino además tener una dirigencia cobarde, que no está a la altura de la grandeza de la institución del barrio Lisandro de la Torre, con una rica historia, lejana por cierto.
Viglierchio
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