Tras su oración semanal del Ángelus, frente a la multitud en la Plaza San Pedro, el Sumo Pontífice aseguró que los hechos en Japón durante la II Guerra Mundial son “un perenne llamamiento” para que la humanidad acabe con las armas.
“Hace 70 años, el 6 y el 9 de agosto de 1945 –sostuvo-, se produjeron los tremendos bombardeos atómicos en Hiroshima y Nagasaki. Después de tanto tiempo, este trágico evento suscita aún horror y repulsión”.
“Esta triste efeméride nos anima sobre todo a rezar y a comprometernos por la paz” con el fin de “difundir en el mundo una ética de fraternidad y un clima de serena convivencia entre los pueblos”, subrayó el Sumo Pontífice.

