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El ajuste en los servicios, sobre todo en la luz, puso en jaque a pequeños negocios del sector y amenaza con profundizar la retracción de la demanda. La caída del consumo, que según distintas mediciones a nivel nacional comenzó a notarse a fines del año pasado y se agudizó este 2016, se engloba en un estancamiento general de la economía y aceleración de la inflación, que en marzo llegó al 3,5 por ciento y en abril, por la suba de los servicios públicos, podría llegar al 6 por ciento, de acuerdo a varias consultoras.
Los salarios quedaron retrasados porque el cierre de paritarias de este año ante la incertidumbre se dilató y recién ahora se está destrabando. Ese es el marco en el que de a poco se empezó a percibir la merma en elementos de consumo básico.
Según Mariano Martín, titular de la Cámara de Supermercados y Autoservicios de Rosario (Casar), las ventas cayeron en algunos comercios hasta un 10 por ciento. “Eso se ve tanto en unidades como en facturación. Y se da sobre todo en los negocios de cercanía, de barrio. Por ejemplo, mientras antes había gente que iba unas cinco veces a la semana a comprar, ahora va tres”, contó el empresario.

