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Bolsonaro, un ex capitán del Ejército de 63 años de edad, había ganado la primera vuelta con 46% de los votos, frente a 29% para Haddad, del Partido de los Trabajadores (PT). Los sondeos del balotaje le auguraban una victoria por 56% a 44%.
Los electores de Bolsonaro prestaron más atención a su promesa de combatir una criminalidad galopante flexibilizando el porte de armas y a sus denuncias contra la corrupción que a sus exabruptos misóginos, homofóbicos y racistas o a su falta de iniciativas importantes en sus 27 años como diputado.
El nuevo presidente deberá gobernar junto a un Congreso con partidos debilitados por los escándalos y dominado por los lobbies conservadores del agronegocio, de las iglesias evangélicas y de los defensores del porte de armas.