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En su discurso, el presidente de la Corte Suprema aseveró que “estamos frente a un desafío porque la legitimidad es esencial” y subrayó que “con la capacidad de nuestra gente es posible encontrar una solución”. El magistrado subrayó que “ser jueces no es un privilegio” sino que “estamos para servir a la ciudadanía con el derecho”, al disertar ante los restantes miembros de la Corte.
En su discurso se refirió a “la sospecha de que servimos a intereses ajenos al derecho”, por lo que, señaló, “para recuperar la confianza debemos esforzarnos y demostrar que respetamos puntillosamente las reglas”.
En esa misma línea de pensamiento, dijo que “nuestras decisiones deben estar estructuradas por principios” y “debemos estar comprometidos a aplicar ese principios aunque el resultado sea impopular o antipático”.
El presidente de la Corte pidió que el esfuerzo sea “colectivo” y reclamó “una línea de continuidad” en la labor de los magistrados, porque “cualquier claudicación” en lo que calificó como “un camino largo” servirá a que se diga que “en los jueces no se puede confiar”. “Para ser coherentes se paga un precio alto”, expresó Rosenkrantz y opinó que en un pleito “no importa quien gana, sino que el resultado venga por razones que lo justifiquen”.
Rosenkrantz pronunció su discurso de media hora en un auditorio que reunió al jefe del gremio de los judiciales Julio Piumato, el ministro Germán Garavano y los ministros de la Corte Ricardo Lorenzetti, la actual vicepresidenta del cuerpo, Elena Highton, Juan Carlos Maqueda y Horacio Rosatti.