Norma López, Alejandra Gómez Saenz y Eduardo Toniolli conformaron un nuevo bloque que presidirá la primera desde el 10 de diciembre. Tendrán poca trascendencia en las comisiones, ya que por pertenecer al sector que perdió en las elecciones que consagraron a Schmuck fueron confinados a comisiones de "bajo peso". Por otro lado, Marina Magnani, Andrés Giménez y Fernanda Gigliani (de Iniciativa Popular) se anotaron en la rosca vencedora, terminaron votando a López Molina como vicepresidente, un lugar que le hubiera correspondido al peronismo por cantidad de votos obtenidos en las últimas elecciones.
La diáspora de los peronistas <que parecen no haber aprendido nada de la lección nacional>, los dejó partidos, debilitados y sin poder real. Prefirieron la rosca personal, la dispersión, el jugar a ver quien la tiene más larga, dilatar el acuerdo interno y condicionarlo a cuantos votos pudieran juntar por afuera a reunirse adentro, limar diferencias y definir un candidato.
Hasta ayer, cuando el acuerdo vencedor ya había avanzado, ellos seguían en la disputa interna. Incluso sus jefes políticos, Agustín Rossi (La Corriente) y Marcos Cleri (La Cámpora), estaban a las risotadas, alegres, y compartiendo las mieles de la victoria, producto de la unidad política lograda que impuso a Máximo Kirchner en la presidencia del bloque, y a Sergio Massa como presidente de la cámara baja.
El peronismo mostró inmadurez política en el Concejo Municipal, perdió la oportunidad histórica de poder haberse quedado con un espacio político que le hubiera permitido tener una caja apetecible para cualquier sector, y que ahora tendrá el radicalismo, que cómo quien no quiere la cosa y sin mostrar siquiera el sello propio, manejará la intendencia, la Universidad Nacional de Rosario y el Concejo Municipal. No es poco.