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El Frente de Todos no cumplió las expectativas y lo pagó caro en las urnas

 


La derrota legislativa ya está consumada, el Gobierno perdió mayoría propia en la cámara alta y quedó a solo dos diputados arriba de Juntos por el Cambio en la cámara alta. El mapa de la derrota muestra que solo en el NOA (el sector del país de menor densidad poblacional), se obtuvieron victorias ajustadas, salvo en Jujuy. Si bien achicó mucho la derrota en Buenos Aires, nada disimula que se perdió, aunque los pocos medios oficialistas existentes intenten vanamente disimularlo.

Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos y Mendoza fueron mostraron abultadas derrotas del oficialismo, incluso en algunas no salió ni segunda. En el sur, en Santa Cruz, cuna del Kirchnerismo y Rio Negro también se perdió. CABA fue toda amarilla, solo la cuarta parte de los votos cosechó el buen candidato Santoro. Es decir, los grandes conglomerados urbanos fueron todos macristas. 

Buscando razones, hay varias, las económicas son las principales, pero no las únicas. Desaciertos políticos, poco manejo de las variables económicas, y garrafales errores comunicativos entre los principales motivos. La pandemia hizo lo suyo, y una oposición oportuna para aprovechar cada error el resto. No creció, solo conservó intacto su caudal electoral de 2019, el Frente de Todos perdió más de 12 puntos porcentuales. 

La inflación de este año será del 52%, casi de igual tenor al último registro macrista. Dentro de la inflación hay matices. Los alimentos por ejemplo subieron este año el 70% y los medicamentos el 68%, dos variables muy sentidas por la mayoría de la población. Nadie deja de comer, ni de medicarse cuando lo necesita. Si bien los jubilados de PAMI tienen la mayoría ahora gratis, no son todos, pagan algunos y por cierto bastante caros. Hablando de ellos, las jubilaciones no aumentaron en la medida de lo necesario. Siguen por debajo de la línea de pobreza.

En la Argentina hay 3 millones de inquilinos, suponiendo que cada uno de ellos viva con dos personas, unas nueve millones de personas están bajo esa condición. El incremento de año a año, tras la sanción de la ley de alquileres, fue del 50%. Si alquilaron en noviembre 2020 por 30 mil pesos, en igual mes de 2021 pagaron 45 mil pesos. La ley de alquileres dejó una pocas ventajas <si es que las hay> y muchos problemas. Incluso la extensión a tres años de los contratos hizo que juntar dinero para la comisión sea un 33% más caro, al igual que los sellados. 

Cuando Alberto Fernández subió al gobierno el dólar valía unos $60 pesos, tras perder las PASO Macri había corrido una devaluación que casi duplicó su precio. En los últimos días antes de las elecciones el billete norteamericano se escapó por arriba de los $200, vanos fueron los esfuerzos del Gobierno y el Banco Central por intentar contenerlo. A pesar del congelamiento de precios, de alimentos y remedios, medida temporal de dudosa efectividad, el resto de la economía se sigue moviendo hacia arriba, no hay freezer que valga.

La desocupación se incrementó con la pandemia, digan lo que digan los números del INDEC, que solo analiza el trabajo registrado, menos del 50% del existente. Los miles de negocios que cerraron dejaron centenares de miles de nuevos desocupados y si bien la circunstancia en principio es ajena al Gobierno, nadie que no tenga trabajo analiza demasiado los motivos. Los sueldos promedio en la Argentina son de entre 30 y 50 mil pesos, absolutamente insuficientes para vivir en la Argentina de hoy, es solo subsistencia.

La clase media fue por lejos la más castigada. Los pobres no es que no lo sufran, la mayoría ya lo era antes de este Gobierno e incluso de la pandemia. Ellos tienen una red de contención que les permite al menos alimentarse en comedores comunitarios, y una amplia gama de planes asistenciales, que junto a alguna changa apenas les alcanza para comer. Ahora todos los quieren mandar a trabajar, ya lo hacen, en negro, para no perder al plan social.

Los integrantes de la clase media, ahora tirando a un cuarto, perdieron algunos privilegios. Ya no renuevan sus autos cada tres o cuatro años, ya no salen a comer afuera un par de veces al mes, ya no vacacionan varias veces al año, no renuevan electrodomésticos con la frecuencia que lo hacían, su vestidor todavía tiene la mayoría de la ropa que compraron antes de la pandemia, dejaron de consumir perfumes importados, y zapatillas de marca, que tienen precios exorbitantes, por efecto de la dolarización de la economía. Viajar a Brasil, Uruguay o Chile ya no es para ellos, y Europa y Estados Unidos ya son destinos de futura residencia, no de viajes temporales.

El Impuesto a las Ganancias es otro tema poco mencionado, pero de suma importancia. El presidente de la Nación, Alberto Fernández mencionó en sus discursos finales que habían eliminado el tributo para los trabajadores, se equivoca. Disminuyeron sí la cantidad de gente que lo paga, de casi dos millones que dejó el macrismo ahora lo paga un millón, pero les sacan entre 30 y 60 mil pesos mensuales. No son millonarios, son laburantes la mayoría, bancarios, camioneros, aceiteros y empleados públicos. Hablamos de gente que cobra de bolsillo entre 130 y 180 mil pesos, a los que les arrancan de las manos cifras que representan el 20% de su salario. El flamante secretario de la CGT Moyano dijo que le pedirán al presidente su derogación. 

La foto de Olivos fue determinante. El presidente perdió credibilidad, intentó vanamente desligarse, primero casi culpando a su pareja, luego minimizando el affaire. Las disculpas fueron tardías y vanas. La fiestita de cumpleaños mientras otros se encerraban y ni siquiera podían visitar familiares o salir a trabajar fue un exocet en el  centro del poder. La autoridad moral del dedo presidencial para encerrar gente o restringir actividades quedó herida de muerte. Por eso sobre el final decidieron abrir todo, incluso dejar de exigir el uso del barbijo al aire libre, la gente no le hizo caso, primer signo de resistencia civil a la autoridad presidencial no advertido a tiempo por el Gobierno.

El Frente de Todos asumió la presidencia con un muchas expectativas, varias promesas y un catálogo de medidas bajo el brazo que no pudo cumplir. La pandemia a los pocos días sin dudas la afectó demasiado. Pusieron el total de sus energías en conseguir vacunas y preservar vidas humanas, eso no parece haber importado en el electorado. La situación económica empeoró, había que hacer todo demasiado mal para ser menos que el macrismo. No subió tarifas en algunos casos, el tres mil por ciento que ya habían subido en el período anterior parecieron suficientes, salvo para los combustibles que siguieron casi el ritmo inflacionario y se sabe, muchas cosas suben al ritmo del petróleo. 

Sin dudas la falta de acuerdo con el FMI será un escollo por delante. Hábil jugada del Gobierno ayer para endilgarle a la oposición la responsabilidad de conformación de una mesa de diálogo para aprobar un plan económico con supuesta aprobación del organismo internacional. Le será difícil decir que no, por estas horas se reúne para responder formalmente el convite, cualquiera de las dos posturas los dejará debilitados. Si accede será cómplice, si se niega aparecerá como obstruccionista. 

Macri quiere "manejar la transición", como si hubiesen ganado una presidencial y estuvieran próximos a asumir. El Larretismo se mostró más cauteloso, iban por la presidencia de Diputados, pero no tienen la primera minoría, Vidal arrasó en CABA, pero Kicillof logró decorar la derrota bonaerense con una buena perfomance de Tolosa Paz. Juntos por el Cambio huele sangre, habrá que ver si supera su apetencia por llegar al poder antes de tiempo. Su poder de fuego está intacto, incluso tiene en los libertarios que se alzaron ayer con cinco bancas otra reserva a la que podrían apelar de ser necesario. 

La política internacional y alianzas con países que proveyeron de vacunas sin dudas también jugaron en contra. La demonización de Rusia y China poniendo en duda incluso la probada calidad de sus vacunas, fue obra no exclusiva de la oposición, la prensa afín jugó un rol fundamental en éste y otros tantos temas, el conglomerado de medios se mueve en tandem, machaca hasta el hartazgo hasta imponer temas, incluso algunos rayando con los ridículo. La Pfeizerización llegó a tal extremo que el Gobierno terminó cediendo y comprando 20 millones de vacunas al laboratorio estadounidense. 

Quedan dos años por delante y mucha tela para cortar. Si el Gobierno no endereza el rumbo perderá en 2023. Si no resuelve lo económico en breve, incluso tendrá problemas de sustentabilidad. Los mercados jugarán un rol clave. El dominio de los factores de poder como el Judicial, los formadores de precios, y los agroganaderos, siempre dispuestos a ir al choque con cualquier cosa que se parezca a un gobierno que se dice peronista, serán fundamentales. Las posiciones parecen irreconciliables, pero el Gobierno deberá ponerse los pantalones largos de una vez para poder aspirar a perpetuarse en el poder más allá de la próxima presidencial. 

Habrá que resolver la interna, postular candidatos a una gran PASO y esperar volver a enamorar. Si el peronismo no seduce, si no entusiasma, si no llega a la gente, pierde. Cambiemos no necesita nada, solo sostener que son diferentes, republicanos y demócratas. Aunque tanto no lo sean, alcanza con disimularlo. Piso y techo tienen margen estrecho, no requieren demasiado esfuerzo. En cambio, el piso del peronismo dista demasiado de ser el necesario para ser competitivo. Debería saberlo, y actuar en consecuencia. 


Fernando Viglierchio

Especial para RosariNoticias 

              


 

    


  

     


 


 


  


 

  



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