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La interna que no fue y se da en pleno Gobierno

 


El Frente de Todos es un conglomerado de agrupaciones peronistas que decidieron confluir para ponerle fin al macrismo y lo consiguió en 2019, con una victoria en primera vuelta, que se presagiaba más abultada tras el categórico resultado de las PASO, y fue algo más ajustada de lo esperado. 

El peronismo había evitado su compulsa interna, quizás considerándola innecesaria porque los resultados estaban cantados. El dedo funcionó en este caso para decidir que quienes tenían más votos irían segundos en la fórmula presidencial, algo poco frecuente, pero estratégicamente ideado para hacer "más votable" a la fórmula peronista. 

Desde un tiempo a esta parte, se viene dando en la Argentina que quienes se imponen en elecciones presidenciales toman prestados votos de independientes y partidos ajenos a la compulsa final, esos apoyos suelen ser efímeros, y suelen durar hasta el primer traspié del Gobierno electo.

Alfonsín ganó con votos peronistas y de independientes, Menem impulsado por la crisis económica generada por el líder radical, y fue reelecto con apoyo de la derecha y los liberales al ver el rumbo que tomaba la economía de los ´90. Dicho sea de paso, lindo lío se armó con el apoyo de Macri al riojano esta semana, le pegaron propios y extraños. 

Luego La Alianza juntó a sectores peronistas disidentes y Chacho se fue tras el escándalo de la Banelco, que no fue más que una coima radical a senadores peronistas díscolos con la reforma laboral impulsada por Patricia Bullrich, la multipartidaria funcionaria hoy líder del PRO.

El resto es más conocido, sucesivos gobiernos K interrumpidos por el período macrista. A nadie se le ocurre que de repente el país se volvió macrista, el apoyo radical seguramente tuvo mucho que ver y los peronistas desencantados y no K influyeron decididamente en la victoria del exjefe de Gobierno porteño.

Alberto llegó al Gobierno con peronistas de todas las extracciones, con claro apoyo y designación de Cristina Kirchner, le guste a quien le guste, la persona con mayor caudal electoral propio en el país, la que genera mayores adhesiones y mayores rechazos, no está de más decirlo. Hasta ahora, el presidente venía piloteando su gobierno coexistiendo con una figura que tiene mayor popularidad y guardaba respetuoso silencio, aún en la disidencia, pero eso parece haber terminado. 

El 2023 está demasiado cerca y el kirchnerismo huele sangre. Considera que el tiempo de la cautela terminó, que hay que dar un paso al frente en la conquista del poder en la figura de Máximo, el líder de La Cámpora que dio una clara demostración de fuerza el 24 de marzo con una marcha multitudinaria, o incluso con un retorno de la jefa, una posibilidad descartada <por ahora> por ella misma. Wado de Pedro y Axel Kicillof podrían ser otros de los postulantes K. 

Así las cosas, el albertismo trata de asimilar el golpe, recoge los fragmentos de poder que le quedaron y se debate puertas adentro, si rompe con el kirchnerismo ahora o más adelante. Busca rearmarse, a sabiendas que en una PASO tendrá todas las de perder, busca acercarse al massismo y tiende lazos con el sindicalismo. 

El acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y los magros resultados en materia económica en un gobierno que se dice peronista le juegan en contra al presidente, ponerse a su izquierda es buen negocio casi para todos, menos para Juntos por el Cambio que en esa dirección no irá jamás, ya que su electorado así se lo reclama y los organismos internacionales no se lo permitirían. 

Con dardos hacia adentro, los integrantes de La Cámpora dedicaron varios minutos de aire para marcar sus diferencias con el Gobierno. "Si no te vas a pelear con nadie no te necesitamos", dijo Kicillof, o "hay que gobernar con la gente adentro", frase repetida de Máximo Kichner. Además, la emprendieron contra el ministro Guzmán, a quien directamente acusan de haber perpetrado un acuerdo parecido por el realizado por la última dictadura en un video difundido en las últimas horas. 

Así las cosas. Desde diferentes sectores se pide imperiosamente la unidad, pero no se trabaja para ella. Lo hacen algunos de los outsider, los que no están definidamente en ninguno de los dos bandos, u otros que estuvieron en ambos. "La Cámpora sin puestos estatales desaparece en poco tiempo", se escucha decir a albertistas que quieren romper ahora y enfrentarlos en 2023, otros, más cautos expresan para adentro y para afuera que será imposible parar a Macri sin los K de este lado. 

El acuerdo con el FMI salió del Senado con apoyo opositor, si fuera por los propios, no habría pasado la cámara alta. La UCR, que cuenta con más senadores que el PRO  dice que fue un gesto de responsabilidad institucional y se golpea el pecho, el sector cristinista lo toma como bandera de un inicio de ruptura de un gobierno que muchos piensan que ya no les pertenece.

Declarar la ilegalidad del préstamo, denunciar en organismos internacionales que el propio FMI había violado sus propios estatutos para otorgar un crédito político, a sabiendas de la incapacidad del deudor para devolverlo en los plazos establecidos, ni siquiera en el mejor de los escenarios, son algunos de los argumentos que según los rupturistas podrían haberse esgrimido. 

Es verdad, en el tema fondos buitre el gobierno de CFK había conseguido el apoyo de una inmensa mayoría de países que habían apoyado en la OEA y la ONU declaraciones que denunciaban su inescrupuloso accionar, pero no tomaban acciones concretas, casi como con el tema Malvinas, mil veces se instó al diálogo por soberanía y nunca se emplazó en serio al Reino Unido.

Luego llegó Macri, mandó emisarios a negociar a Estados Unidos, y selló el acuerdo con aquella famosa frase: "el tema fondos buitre se arregla fácil, hay que ir al juzgado de Griessa, preguntar cuánto se debe y pagar". El pragmatismo entreguista le ganó a la diplomacia y todo el esfuerzo se desmoronó en instantes como un castillo de naipes. 

A pesar de haberse prometido ahora y siempre, que el pago de la enorme deuda será sin ajuste, nadie que haya vivido en Argentina en los últimos 50 años puede pensar que eso será cierto. La suba inmediata de combustibles, la quita de subsidios energéticos y la suba de la tasa de interés son algunas de las medidas reclamadas por el FMI que ya se aplicaron a pesar de que se cerró recién ayer. 

"Los acuerdos están para incumplirse", dijo alguien alguna vez, que aseguró además que "renegociar y patear para adelante es la premisa", mucho más en este caso, en que acreedor y deudor saben que lo firmado es imposible. 

Locos como Kirchner aparecen cada 50 años o más, las condiciones macroeconómicas de ese momento también, así que lector, vaya sabiendo, gobierne quien gobierne el país, habrá que ajustarse los cinturones, y la economía siempre estará por delante de la política por estas tierras. 


Fernando Viglierchio

Especial para RosariNoticias

   

         







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