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La discriminación en la noche rosarina encuentra nuevas formas

 


La discriminación en locales nocturnos es de vieja data en la ciudad, siempre existió, funciona al menos desde la década del 80' con boliches ya extintos. Arrow, El Bucanero, El Elefante Blanco, Contra Bando, María, Lager, Garage, Lheritage, La Villa de Freud, Punta Brown, Ponciano o Satchmo, son solo algunos de aquellos recordados locales bailables que ejercieron de alguna forma el "derecho de admisión" en épocas pasadas, precursores de formas que lamentablemente se van renovando. 

No cumplir con ciertos parámetros de "belleza", o no tener vestimenta de marcas caras y de moda eran un impedimento más, anexo a no tener siempre disponibles los recursos necesarios para afrontar el valioso costo de la entrada. Grupos de numerosos jóvenes se encontraban con que frecuentemente, aún yendo en barra, al menos a dos o tres de ellos no se les permitía ingresar y debían volver a sus domicilios temprano o seguir la noche en otro lugar.

En este sentido, las mujeres tenían mejor suerte que los varones, casi como si tratara de una carnada, los comerciantes de la noche les permitían casi una entrada irrestricta, incluso sin abonar nada por ello, en el convencimiento que eso atraería hombres, dispuestos a abonar casi cualquier precio si el boliche estaba "repleto de chicas". Desde ese lugar se acuñó el famoso dicho "Damas Gratis", que diera nombre el grupo musical, años más tarde. 

Muchos años después, y sin pasar por alto décadas en las que siempre siguió existiendo la mala costumbre nunca sancionada de caprichosas selecciones del público que podía concurrir a sus comercios, hoy las formas son diferentes, no cambiaron en cuanto a que siempre hay un patovica grandote en la puerta que ejerce el derecho de admisión, pero si en las excusas para no permitir el ingreso. 

"No estás en la lista" o "es solo con reserva", son hoy las nuevas formas de dejar jóvenes afuera y no permitirles el ingreso. La zona de Pichincha, nuevo escenario de diversión y esparcimiento para la nocturnidad, sumó varios locales, muchos de ellos gastronómicos que pasada determinada hora se convierten en boliches, la mayoría de ellos sin insonorización apropiada establecida por las normas, pesar de las quejas de los vecinos. Supuestas listas que circulan en círculos íntimos determinan orden de ingreso a lugares, que si no están demasiado concurridos eliminan ese requisito de inmediato. 

El INADI ha tomado intervención en algunos casos en lo cuales se denunció esta conducta, pero lógicamente actúa solo a demanda, una vez producido el hecho y no da a vasto para impedir que se siga ejerciendo el derecho de admisión en la noche rosarina. Deberían además tener injerencia directa la provincia y la Municipalidad, afectar personal específico plenamente capacitado para trabajar en la problemática in situ, hay reparticiones en la calle en plena nocturnidad, solo que no ejercen esa función.

La deleznable costumbre de no discriminar a personas por su aspecto personal, forma de vestirse, o pertenencia a determinada clase social toma nuevas formas y hay que ir adaptándose a ellas. Nuestra sociedad avanzó mucho en los últimos años en la inclusión, en aceptar diferencias, en entender que todos somos iguales, tenemos los mismos derechos y merecemos el mismo respeto. Autoridades deberían estar a la altura y enseñarles perentoriamente a quienes persisten en no entenderlo por la fuerza de la normativa vigente que están en el camino equivocado. 


Fernando Paulo Viglierchio

(Especial para RosariNoticias) 

 

      





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