La situación financiera de Celulosa Argentina, la principal productora de papel del país, ha escalado a niveles críticos tras entrar en default debido a su incapacidad para cumplir con los vencimientos de deuda del mes de mayo. En un comunicado presentado a la Comisión Nacional de Valores (CNV), la empresa especificó que no podrá cubrir sus obligaciones negociables ni los cheques de pago diferido.
La suma pendiente que Celulosa Argentina necesita manejar entre abril y junio asciende a U$S 25 millones, incluyendo pagarés bursátiles, varias obligaciones negociables y cheques propios. En un esfuerzo por rectificar su situación, el mes pasado la empresa contrató los servicios de la consultora financiera VALO Columbus para reformular su deuda, incrementar su liquidez y explorar la participación de potenciales nuevos inversores.
VALO Columbus es conocida por su trabajo en varios casos prominentes de reestructuración de deuda dentro del país, incluidos los de Vicentin y Surcos.
El accionista más significativo de Celulosa, el Grupo Tapebicuá, junto con otros inversores, ha tratado de inyectar capital en la empresa mediante la venta de acciones, disminuyendo notablemente su participación en la firma hasta el 45,79% del capital social.
Según el comunicado de la compañía, se han efectuado inyecciones de capital equivalentes a U$S 7,44 millones, reflejando el compromiso inquebrantable de estos accionistas por estabilizar operativa y financieramente a la empresa, un enfoque sostenido durante más de dos décadas.
Un análisis reciente revela que Celulosa registró hasta noviembre de 2024 una deuda consolidada de U$S 164 millones, marcando un incremento de 50 millones con respecto al año anterior.
Además, el estudio de la calificadora Fix subraya que el 56% de esta deuda es a corto plazo, siendo notable que el 35% de la deuda corresponde a obligaciones negociables, mientras que el resto se distribuye entre préstamos bancarios, créditos con entidades relacionadas y obligaciones con instituciones financieras, incluyendo pagarés.
La calificación de Celulosa fue degradada a B (corto plazo) y BB- (largo plazo) con un Rating Watch Negativo, evidencia del alto riesgo percibido por el mercado.
Celulosa atribuye esta crisis a un descenso significativo, superior al 30%, en sus ventas en el mercado doméstico, junto a un repunte lento y débil.
Además, se ha producido un aumento considerable en los costos fijos, exacerbado por la apreciación del tipo de cambio que ha comprimido aún más los márgenes en sus exportaciones.