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El periodista al que Santiago Caputo apuntó, fue victima de la represión libertaria

 



Como cada miércoles, los jubilados se congregaron en inmediaciones del Congreso para manifestarse con motivo de los magros haberes que perciben. El Gobierno, como de costumbre desplegó un amplio operativo de seguridad, de más de mil efectivos en este caso, con el fin de amenguar el poder de fuego de la ancianidad, que como podrá imaginarse no es poderoso. 

La cobertura mediática del evento, queda como es de imaginarse en manos de los pocos medios no adictos al Gobierno, de esos periodistas no ensobrados por la pauta disfrazada de propaganda de YPF, y que no sale de los fondos reservados de la SIDE, que Santiago Caputo maneja con destreza, para desplegar un entramado mediático que oculte el enorme ajuste que Milei despliega sin piedad, sobre niños, viejos, jóvenes, discapacitados, y trabajadores estatales. 

Al "mejor Gobierno de la historia", la sostenida reducción del Estado no le cierra sin represión, avasallando derechos, ni propinando palos y gases a quien se oponga, no importa de quien se trate. Mientras lo números de la macroeconomía se acomodan, en base a un nuevo endeudamiento con organismos internacionales que condicionan el presente y el futuro, la inflación baja producto de menores ingreso, menores compras y actividad reprimida. 

Retratar el nuevo ciclo liberal en la Argentina tiene sus consecuencias. La gráfica le molesta más al Gobierno, porque no la puede controlar. El retrato de viejo golpeados, niños gaseados, trabajadores en lucha y resistencia a la opresión impacta, y por eso el fotoperiodismo está en peligro. Pablo Grillo aún se repone del tremendo impacto de un proyectil que impactó de lleno en su cabeza, le produjo pérdida de masa encefálica y lleva casi dos meses en el hospital. 

Antonio Becerra, otro valiente joven que trabaja en Tiempo Argentino tuvo la osadía de retratar a Santiago Caputo en el debate de candidatos de la Ciudad de Buenos Aires, a fines de abril. El asesor presidencial tuvo un amenazante gesto con el fotógrafo que ayer resultó afectado por la represión policial. En ese momento, cuando Becerra apuntó su cámara hacia el consultor político, éste agarró su credencial y le tomó una foto, en un claro gesto intimidatorio. 

Casualmente o no tanto, ayer la brava Policía de Bullrich salió a gasear fotógrafos. Becerra se encontraba entre ellos, y no fue la excepción, sin embargo, si bien el ataque fue genérico, pareció estar demasiado dirigido al fotógrafo que se había atrevido a desafiar al monotributista e integrante del triángulo de hierro, produciéndole severas consecuencias en su rostro.   



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