Trabajadores públicos sufren las consecuencias del ajuste perpetrado por las administraciones de Maximiliano Pullaro y Pablo Javkin, que tomaron parte del libreto nacional, aunque sin motosierra visible, para ajustar los salarios como mecanismo para que cierren los números, flacos por el desprecio de Milei hacia lo público, con menor coparticipación federal, extinción absoluta de la obra pública y reducción significativa de subsidios.
No es que se extrañe el déficit fiscal, el equilibrio llegó para quedarse en la política nacional. Muchas veces, es cierto, el Estado <en todos su niveles> malgasta recursos de diferentes maneras, sobredimensionando cuestiones, duplicando partidas para objetivos prescindibles, subvencionando a quienes no lo necesitan, o nombrando parientes y amigos en la administración, vaya novedad. Lo hicieron todos, lo hacen y lo harán.
El Gobierno provincial llegó prometiendo en materia salarial "algo superador a la cláusula gatillo", sin embargo, al poco tiempo de asumir, Pullaro ordenó una reforma jubilatoria que cercenó derechos, paritarias a la baja y nunca por encima de la inflación y el descuento de días no trabajados a trabajadores que adhieren a medidas de fuerza dispuestas por los diferentes gremios estatales, bastante dóciles hay que decirlo. Por otro lado, la coerción sobre los afiliados fue bastante efectiva y los márgenes de maniobra sindical, se fueron achicando. El germen libertario del odio, además de la casta, los jubilados, los artistas, y los periodistas, también se extendió sobre el empleo público.
Si a un trabajador, que percibe salarios magros y está peleando por mayores porcentajes se le suma el descuento compulsivo de días no trabajados por protesta gremial y termina cobrando un sueldo inferior del que ya consideraba insuficiente, no es demasiado probable que persista en la actitud combativa. Así, entre flaqueza salarial y resignación, los trabajadores públicos van perdiendo poder adquisitivo, incluso alguno buscando un segundo o tercer empleo para poder subsistir.
El alineamiento de Javkin con lo dispuesto por el gobernador es absoluto. Espera la propuesta realizada a nivel provincial para bajar idéntica oferta al gremio de trabajadores municipales. El primer trimestre medido por el IPEC (Instituto provincial de Estadísticas y Censos), dijo que la inflación fue del 9,5%. Otorgó por decreto el 5%, es decir, quedó un 4,5% por debajo de la inflación en el primer trimestre. Eso no lo resuelve otorgar por decreto un 8% hacia adelante para el segundo, sigue debiendo el saldo del primer trimestre.
Después será reprochable lo que quiera. Si los trabajadores abandonaron sus puestos de trabajo para hacer una asamblea, si utilizaron ambulancias para efectuar el corte de calle, actitud ilegal además, que deberá ser juzgada por quien corresponda. El intendente ordenó pagar este fin de semana lo pautado para abril (el 3%), y sólo se los abonó a aquellos que no pararon en mayo. Hay dos clases de municipales para él, leales y rebeldes, y como se sabe, al enemigo ni justicia.
En medio de un clima electoral y una bajísima performance de la candidata del oficialismo, y además una apatía generalizada que llevó a las urnas la menor cantidad de votantes desde el regreso de la democracia, la intendencia cree que el gremio está jugando políticamente. Podría ser, no habría que descartarlo, la raigambre "peronista" de las asociaciones gremiales es histórica y es probable que a Ratner le agrade más sentarse con Monteverde que con Labayru. ¿Y cuál sería el problema?, eso no convierte el reclamo salarial en injusto ni "político". "Sin odio ni rencores, es dinero y no amores"...
El gremio está defendiendo la depredación del salario de sus afiliados y de los que no lo son además, cabe consignar que recibe además aportes de no afiliados por esa tarea. Un dato es que ni siquiera la mitad de los trabajadores de la Municipalidad tiene agrupamiento gremial, generalizar la pelea salarial a la mera cuestión política es minimizar el problema y desviar la atención. Lo que hay es una tremenda caída de recursos nacionales que no vuelven a la ciudad, por parte de un Gobierno Nacional, al que Javkin y Pullaro apoyan, aportando votos a las cuestiones más importantes.
Sostener el boleto de colectivo tras la quita de subsidios a un precio electoral tiene su costo, que no pagan solo los usuarios del TUP, que no regrese dinero por el expendio de combustibles, que no se reciba más el fondo de incentivo docente a nivel provincial, que alguien que no sea Milei deba cortar los pastizales de la Circunvalación, o sostener transitables las rutas que desembocan en segundo puerto más importante de toda América, no es gratis, lo pagamos todos, los que reciben un salario público y los que no.
Y allí está el punto. ¿Puede sostener el laburante común, precarizado, monotributista, delivery, albañil, trabajadores de aplicaciones de transporte u obreros de otras profesiones el bienestar económico de miles de trabajadores públicos con sueldos que en la mayoría de los casos superan su salario?, en muchos casos no, y por eso se da la caída pronunciada de la recaudación. El tema sería no poner a laburantes contra laburantes, en una torta que en tiempos de crisis, se achicó para todos.
Asumir que el costo del ajuste lo pagan los trabajadores públicos y renunciar al reclamo a Nación simplemente por tener cierta cercanía política, sería algo demasiado similar a lo que supuestamente Ratner hace con su amigo Monteverde, o como hace el Tero, que pone los huevos en un lado y cacarea en otro. Como no deseo pelearme con quien debería hacerlo, el que me cercena recursos, por cierta afinidad política, elijo confrontar con quien supuestamente juega para mi adversario, sobre quien descargo la carencia económica.
Córdoba logró recientemente acordar con el Ejecutivo nacional el millonario pago de la deuda histórica con la Caja de Jubilaciones. Santa Fe tiene sentencia firme de la Corte Suprema de Justicia, prestó votos al igual que la Docta para que el gobierno libertario aprobara sus proyectos más importantes, pero no le pagaron de igual forma. Será cuestión de tocar más fuerte la puerta que corresponde, y dejar de demonizar trabajadores, que solo pelean por un salario digno, vayan o no vayan a trabajar obligados los días de paro. Si todavía se reivindica la política, hay que apostar el diálogo, siempre.