Tras el empate 1 a 1 en la decimosexta jornada de Eliminatorias ante Colombia en el Monumental, Lionel Scaloni y la selección Argentina, tienen por delante la recta final de cara al Mundial 2026, para llegar a dicha cita de la mejor manera posible, y con dos etapas marcadas en esta renovación que propuso el DT: consolidación para algunos, puja para otros.
Está claro que la selección Argentina atraviesa, después de varios golpes recibidos desde 1986 hasta aquí, el mejor momento futbolístico, por presente, por logros, por un marcado ascenso desde aquella Copa América en Brasil, pasando por la Finalísima, coronando dicha mejora con el éxtasis, la Copa del Mundo en Qatar, y rubricando su dominio continental en los Estados Unidos.
Todos, o al menos en su mayoría, son aspectos positivos para Lionel Scaloni y todo su cuerpo de trabajo, que hasta acá construyeron una base sólida, encarando como primer escollo, allá por septiembre del 2018, la famosa renovación de plantel. Nombres como Javier Mascherano, Gonzalo Higuaín, Lucas Biglia o Ever Banega, quienes parecían inamovibles de la albiceleste, no formaron parte de la elección del ex jugador de Newell´s y Estudiantes de La Plata, y por el contrario, aparecieron jugadores que con el tiempo, agigantaron sus condiciones.
Emiliano Martínez, Gerónimo Rulli, Cristian Romero, Nahuel Molina, Lisandro Martínez, Rodrigo De Paul, Exequiel Palacios, Giovanni Lo Celso, Enzo Fernández, Alexis Mac Allister, Nicolás González, Julián Álvarez, Lautaro Martínez… la lista, beneficiosamente, es extensa, desbordante de talento, y plagada de voluntades que en su mayoría, llevaron a nuestro combinado al éxito en 2022.
Este grupo antes mencionado, nombres más, nombres menos, han pasado por un tamiz que los depositó en la consolidación, ganándose su lugar, y prácticamente la citación automática cada vez que se avecina una doble jornada de Eliminatorias o algún amistoso esporádico. Primera parte de la renovación aprobada, con creces. Sí, todo mérito del técnico que, otrora, recibiera críticas encarnecidas por no tener demasiada experiencia como para tomar el mando de la selección mayor.
Su trabajo calló miles de bocas, o para no ser tan duros, demostró que con humildad, paciencia, y compromiso, se pueden lograr cosas muy grandes.
Si bien el propio Scaloni aclaró que posterior a la Copa a disputarse en México, Estados Unidos y Canadá, su contrato finaliza, por lo que no proyecta su puesto más allá de dicha competencia, está claro que su forma de laburar, le permite continuar con este proceso de renovación.
Y aquí aparecen otros futbolistas, que van siguiendo los pasos de sus predecesores, a los que hoy consideramos “la base”, “los referentes”.
En este segundo conjunto, podemos encontrar nombres como Walter Benítez, Leonardo Balerdi, Valentín Barco, Enzo Barrenechea, Nicolás Paz, Thiago Almada, Giuliano Simeone y hasta la nueva joya del Real Madrid, Franco Mastantuono.
Todos ellos, algunos con más minutos, presencias y actuaciones convincentes, como la de Almada, hoy clave en el juego ofensivo argentino, buscan su lugar en la lista mundialista.
No hay dudas que material, hay. Argentina es un país en donde los buenos futbolistas nacen, crecen y se desarrollan como la misma flora y arboleda en el suelo fértil que tenemos por estas tierras.
Eso nos permite ser competitivos, siempre, a veces con más solidez, con más fundamentos; otras veces con chapa, o simplemente por la simple cuestión de portar ese escudo, desde el 2022 con tres estrellas encima.
Pero en este plano de renovación, se avecina la pregunta antipática, la que muchos no queremos escuchar, pensar, o tratar de explicar: “¿Cómo reemplazamos a Lionel Messi el día que decida no estar más?”.
Me declaro Messista, de esos que sufrían cuando las cosas no le salían, de los que intentaba ser un escudo más para evitar que ese pibe que, con tal de cumplir sus sueños, decidió recibir inyecciones diarias para modificar su físico, sin que dicho tratamiento le garantizara nada. Y aún así se arriesgó, y su talento, sus ganas, su trabajo y sacrificio lo llevaron hasta ahí.
Soy Messista, y lloré como un nene cuando perdió, y de igual forma cuando lo vi levantar la copa del mundo. Y soy de los que, en estos tiempos se puso a pensar: “Y después, qué?”. Está claro que el momento llegará, porque el tiempo pasa para todos, y nadie es eterno, por más bueno que sea en lo que hace.
Reflexionar sobre el tema, no voy a negar, que ha sido tema de conversación con colegas, con amigos, a la hora de ver algunos rendimientos.
Messi hace cosas extraordinarias, con y sin pelota, impulsa a sus compañeros a ser mejores, pero hay una realidad, al menos hoy, desde hace apenas algunos meses para acá, y más de uno lo notó.
Apelo a la sinceridad de todos… cuando vimos el nivel que Argentina mostró frente a Brasil en el Monumental, sin Messi en cancha, muchos después de festejar, miramos para un costado, tratando de que esa loca y tal vez estúpida idea de creer que sin Lío el nivel fue superlativo.
Está claro que Messi tiene que estar. Por nombre propio, porque todos queremos verlo en otro mundial, y porque en Norteamérica será (por cuestiones lógicas y biológicas) “The Last Dance” para la Pulga.
Ahora, ¿qué rol deberá tener más allá de ser capitán, guía, padre, hijo y espíritu santo?
Si uno ve los rendimientos de Argentina, sabrá que hay dos opciones muy marcadas:
1- Messi titular, y un sobre esfuerzo del resto para correr demás, y así disimular que Lío ya no debe tener la responsabilidad de presionar en la salida rival, y que su físico se guarde para cuando la selección tiene dominio del útil.
2- Messi suplente, guardando su físico para un segundo tiempo, y explotar al máximo sus características los últimos 30 minutos, cuando además, el rival está cansado.
Puede parecer duro, chocante, o hasta criticable que uno piense a Messi como suplente, pero ya ha pasado con Scaloni algún que otro compromiso (no de fuste, pero cuenta igual).
¿Será momento de pensar en su rol en función de rendimientos colectivos y guardarlo, o creen puertas adentro que el impulso de su último mundial generará ese aura mágica, con su fútbol de siempre, para volver a intentar lo mismo de Qatar?
Titular o suplente, se sabe que estará.
¿Lo positivo? Las condiciones están dadas para que, el día que decida no vestir más los bastones celestes y blancos, quienes lucharon a su lado, tomen lanzas y escudos y encaren cada compromiso como verdaderos guerreros, para orgullo del capitán, y de todos nosotros.
Facundo Alvarado
Periodista Deportivo
(Especial para RosariNoticias)