La ciudad amaneció nuevamente con un intenso olor a humo proveniente de la quema de pastizales de las islas entrerrianas del humedal. La costumbre de incendiar la pastura para su posterior utilización para la actividad ganadera se ha convertido en costumbre para los productores y un sufrimiento para los habitantes de la ciudad que respiran un aire viciado.
Las quemas de pastizales no cesan, son una constante de los últimos años y no hay quien encuentre solución a la problemática. Se han desplegado dotaciones de bomberos, se recurrió a aviones hidrantes, se pusieron sitios de alarma temprana, pero con complicidad judicial, todo sigue igual.
La Ley de Humedales va camino a un nuevo fracaso en el Congreso, perderá estado parlamentario en los próximos días. El looby de los productores es más fuerte que el reclamo de toda la sociedad y los legisladores <como de costumbre> son demasiado permeables a los grandes intereses.
